lunes, 31 de diciembre de 2012

Feliz Año 2013

Desde este blog, se os desea a todos un Feliz Año 2013.




miércoles, 26 de diciembre de 2012

Más fotos de socios.

Hola de nuevo a todos:
Esta entrada es para avisaros de que he añadido nuevas fotos de pesca, montajes, etc: que algunos de nuestros compañeros han subido a la red social de Facebook.
Os pongo algunas fotos, y si queréis ver mas fotos las tenéis en la Galería:






Saludos a todos

martes, 25 de diciembre de 2012

Qué difícil resulta dar nombres a las cosas

Hola a todos.
Esta entrada es para mostraros un articulo que ha escrito un compañero nuestro, Miguel Ángel  en la web que muchos de  nosotros visitamos muy a menudo: Conmosca.com
Es un muy buen relato.
Me he tomado el lujo de incluirlo en nuestro blog.

Fuente: www.conmosca.com

Que dificil resulta dar nombres a las cosas:

Qué difícil resulta dar nombres a las cosas, qué difícil es poder llegar a transmitir tonalidades, sensaciones, aromas… ¡Qué complicado puede resultar narrar una jornada de pesca! Jornadas que ante la escasez de capturas se suelen calificar equivocadamente de infructuosas.
Cómo puedo apaciguar mis remordimientos sabiendo que cada minuto de pesca es un minuto menos de estar en compañía de mi familia, cómo expresar de una forma convincente que el contacto con los ríos me nutre de esa vitalidad necesaria para convivir día a día con la vorágine social que me rodea.
El Asón, en un mes de Junio.
Estacioné el coche en la parte superior del coto de Peñaquebrada, debajo del puente de la carretera N 629 en la localidad de Gibaja. Las primeras luces del día me mostraban un paisaje húmedo que resaltaba y acentuaba el verde intenso de la cornisa cantábrica. Al salir del vehículo inspiré una bocanada de aire como si de una cata de vino se tratara. El aroma a tierra mojada, el perfume de flores y plantas mezclado con los restos del olor a ozono que había dejado la tormenta del día anterior inundaron mis pulmones produciéndome una sensación de frío reparador. Fue una bocanada dolorosa pero imprescindible, fue como la bocanada de aire que le devuelve la vida al ahogado y me embriagó de tal manera que me llevó a otra dimensión y me introdujo dentro, muy dentro de la naturaleza.
La tormenta había incrementado el caudal del río, pero pese a ello no había conseguido embarrar sus aguas brillantes y cristalinas. Los primeros 150 metros de río que pretendía pescar eran corrientes y contracorrientes salpicadas de rocas calizas que formaban infinidad de posturas y recovecos que servían de refugio a los peces. Las circunstancias en las que se encontraba el río iban a poner a prueba  mi maltrecha cadera.
Me desplacé unos 50 metros por la orilla hasta sobrepasar el límite superior del coto, y realicé un barrido visual intentando percibir los movimientos que delataran alguna posible captura. Ante la ausencia de actividad, mis ojos se esforzaban en buscar la presencia de insectos, primero en los alisos y robles que me rodeaban y posteriormente en la superficie del agua.
Ante la aparente inexistencia de truchas e insectos, poco a poco y a golpe de pincel se dibujaba en mi mente un cuadro en el que se representaba un paisaje incompleto, como incompletas y truncadas quedan al final todas las vidas.
De regreso al coche, como tantas veces y en tantos escenarios diferentes, empecé a analizar toda la información previa. El objetivo era decidir la estrategia más apropiada para afrontar con alguna posibilidad de éxito la jornada de pesca. En ese momento me di cuenta de que algo no funcionaba, sentía como la humedad reinante me impregnaba los huesos, el olfato intentaba captar todos los aromas de flores y plantas y la vista no se centraba en la senda del camino, solo conseguía percibir decenas de tonalidades diferentes que me confundían, mi cerebro no podía procesar la cantidad de información que mis sentidos le transmitían, y todo se hacía cada vez más lento y más espeso.
Según me iba acercando al coche notaba cómo mi cabeza comenzaba a restablecer cierto equilibrio emocional, el suficiente para abrir el portón del maletero y comenzar con el ritual. Muy despacio, me coloqué el wader, me puse las botas y me acoplé el chaleco, las gafas y la gorra. Saqué la caña de la funda y fui ajustando tramo tras tramo. Me cercioraba una y otra vez que la alineación de las anillas fuera exacta. La operación era extremadamente minuciosa, como si de ello dependiera el éxito o el fracaso. Monté el carrete y me quedé fascinado por el sonido que producía la línea al deslizarse por las anillas, fascinado y atónito como el niño que escucha por primera vez un sonajero. En apenas unos minutos que parecieron horas me encontraba confeccionando un bajo de 5.30 metros acabado en una punta del 0.10. A pesar del letargo de mi cerebro, era lo suficientemente consciente para saber que la elección de pescar a seca y con ese tipo de bajo no era la más idónea en esta situación, la cantidad de rocas que afloraban por encima del agua, la fuerza y bravura de las truchas del Asón y el alto caudal no facilitaban para nada las capturas.
De vuelta al río, el susurro producido por las hierbas al rozar con el wader acentuaba esa sensación de embriaguez que apenas podía controlar, los contrastes cromáticos me saturaban, y las primeras luces de la mañana hacían brillar como perlas las gotas de rocío adheridas en las perneras de mi vadeador.
Una vez en la orilla cuando mi mirada se dirigió a la caja de moscas aparecieron las dudas. La ausencia de insectos, la inactividad de los peces y el caudal del río me inducían a escoger entre una mosca atractora o un pardón de Campurriano. Pero mientras mi cabeza dirimía cual de estos dos tipos de mosca era la más adecuada, mis manos ataban al terminal una efémera montada en un 18, la mosca de siempre, la que me enseño a pescar en el Asón, la mosca que sujeta al torno conseguía devolverme al río en las tardes grises de invierno.
Los primeros lances intentaban realizar presentaciones de punta, para eludir los dragados. Buscaba las posturas y refugios de las truchas, pero no conseguía enfocar con nitidez lo que me rodeaba. Después de aproximadamente una decena de lances fallidos me dejé llevar, y poco a poco fueron surgiendo imágenes contradictorias. De repente no veía nada y lo veía todo. No veía la senda de pescadores en la orilla del río, ni el puente que se encontraba unos metros más abajo, pero percibía con total claridad el movimiento del antebrazo seguido por el codo y el ligero impulso final de la muñeca, veía como los dedos se aferraban a la empuñadura de la caña en el último impuso, y como se estiraba el bajo. Apreciaba con total claridad las hojas dentadas de los robles y las hojas ovaladas de los alisos. No sentía nada a la vez que sentía todo. No sentía la fuerza de la corriente sobre mi cintura y sentía como se desplazaba la caña, como se deslizaba la línea y como la brisa producida por la corriente acariciaba mi rostro. Me sentía flotando sobre la superficie del agua y de un modo inconsciente iba pescando cada postura, cada remolino y cada corriente.
Desconocía cuánto tiempo podía llevar pescando, me encontraba desnudo de recuerdos y no existía un antes y un después. En esos momentos me desbordaba una sensación de calma interior que debía parecerse mucho al significado de la palabra libertad.
En uno de los innumerables lances vi como desaparecía la mosca bajo el agua. Clavé sin que se me acelerara el pulso, apenas un segundo después un pez de gran tamaño saltaba fuera del agua arrastrando la línea tras de sí, de repente volví a sentir la presión de la corriente, el peso de la caña y el dolor en la cadera, fue como el despertar de un sueño profundo y reparador. Mi cerebro aletargado empezó a analizar la situación en que me encontraba. Lo primero que hice fue levantar la caña a la vez que intentaba recortar lo más rápido posible la distancia que me separaba del pez. Por experiencia sabía que la postura donde se encontraba no era su refugio natural, y sospechaba que cuando empezara a sentir mayor tensión se desplazaría hasta la orilla, allí debajo de una gran lastra se protegían los ejemplares de mayor tamaño. Según me acercaba e iba tensando la línea, el pez cabeceaba de forma reiterada para deshacerse de la mosca. Al notar mi presencia volvió a saltar y empezó a descolgarse río abajo. Sus continuos movimientos eléctricos y cambios de dirección me confirmaron que lo que tiraba de manera tan impetuosa era un reo. Con la caña levantada pretendía mantener la mayor cantidad de hilo fuera del agua por temor a que éste se rozara y se partiera con las afiladas rocas. Mientras intentaba seguir su estela tropecé, perdí el equilibrio y me caí. Instintivamente solté toda la línea que pude para no ejercer presión en la caída, me incorporé de un salto y observé que el nylon reposaba en un remanso detrás de una roca. En esos momentos temí que el pez hubiera conseguido soltarse y la mosca en deriva muerta se hubiera enganchado a cualquier piedra o quima del lecho del río. Me fui acercando a la vez que recogía línea sin apenas ejercer tensión y cuando estaba a unos ocho metros noté que el reo todavía se encontraba trabado a la mosca. Al percibir de nuevo mi presencia saltó por tercera vez fuera del agua y gracias a ese movimiento el bajo se desenredó y el reo inició de nuevo el descenso. Esa última circunstancia me confundió. Cuántas veces los saltos de estos peces habían propiciado su libertad y en esa ocasión me estaban permitiendo tener otra oportunidad.
Gracias a la insistencia de mi cuñado por hacerme pescador de salmón, tenía memorizada la mayoría de las posturas salmoneras del Asón. Sabía que si conseguía librar los próximos veinte metros de corrientes entraría en el coto de Peña Quebrada. Allí la orografía del río cambiaba y las aguas más profundas me iban a facilitar su captura. Durante un pequeño descanso del reo conseguí situarme  aguas abajo de él en posición oblicua, y cuando volvió a reiniciar el descenso aproveché la fuerza de la corriente del agua para dirigirlo e introducirlo en el pozo salmonero. Tras varios minutos más de pelea, logré extenuar sus fuerzas y al segundo intento lo encesté en la sacadera.
Una explosión de adrenalina recorrió mi cuerpo y un marea de vanidad me inundó. Rápidamente mi mirada se dirigió al puente en busca de la mirada de algún pescador que hubiera contemplado el lance. Esa mirada llena de admiración o de envidia era lo único que podría colmar mi ego, pero ni en el puente ni en el sendero encontré respuesta.
Desanzuelé al reo y lo reanimé hasta que pudo recuperarse de la fortísima pelea. Tras su liberación di por concluida la jornada de pesca.
Una vez en el coche y antes de iniciar el camino de regreso a casa me despedí del río con nostalgia y pena, porque el aire ya no olía a ozono, la brisa del agua era un molesto viento y las tonalidades colores opacos. Como opacos era mis pensamientos.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Feliz Navidad

Desde este blog quisiera felicitaros a todos y desearos salud, trabajo y paz. Que disfruteis de unas felices fiestas rodeados de vuestros amigos y familia.


Para todos.
FELIZ NAVIDAD!

lunes, 17 de diciembre de 2012

La trucha Comun y las efímeras


Hola a todos. 
Esta entrada es para mostraros a todos un video que acabo de encontrar en Youtube.
El video se llama: “The Brown Trout and the Mayfly”.
Se trata de un documental/película acerca de la vida de la trucha común, y de las efímeras.
Es muy interesante y con una calidad de imágenes bastante buena.
Por ultimo, comentar que el documental se encuentra en lengua inglesa, y dicho sea de paso es bastante “entendible”.
Os animo a que lo veáis, es bastante interesante.

Un saludo



sábado, 15 de diciembre de 2012

Junta Ordinaria

Hola a todos.
Se os ha enviado un correo electrónico a todos los socios para haceros saber que la próxima semana se va a realizar una junta ordinaria para tratar los temas de la sociedad.

En ese mismo correo electrónico se os dice los horarios y el lugar donde se realizara dicha Junta Ordinaria, por ello y debido a la importancia de los temas a tratar se ruega la máxima asistencia por parte de los socios.

Muchas gracias!

lunes, 10 de diciembre de 2012

Sorteo Cotos de La Rioja

Hola a todos.

Para todos aquellos que hubieseis echado la solicitud para elegir cotos en nuestra comunidad, comunicaros que el numero agraciado a sido el nº 469.

Enhorabuena a todos aquellos que tenéis un buen numero.

Saludos